Ahora que Sulaba es una realidad legible es el momento de recordar como empezó. La verdad es que hace tiempo que escribo relatos sobre brujas, dragones y aves fénix. Se puede decir que con esas historias fue como empecé a escribir, relatos que están en un cajón ¿o debería decir en un rinconcito del disco duro? Pero que sirvieron para dar fondo al mundo donde se desenvuelve esta novela y para darles una historia a los personajes, darles un pasado.
De hecho ya me habían preguntado: ¿Para cuando publicarás alguno de esos relatos?
La verdad es que es un mundo imaginario donde me gusta moverme. Un mundo que sitúo en el bajo imperio romano: “Cuando los soldados romanos se dedicaban a enfrentarse unos a otros para poner a tal o cual emperador”. Por situarlo en una época aunque no tiene nada de novela histórica. Es una época en la que las ciudades eran saqueadas por bárbaros, los bandidos campaban a placer por los campos y las gentes creían en brujas y dragones.
Decidí publicar Sulaba porque de todos los personajes que he inventado es sin duda mi favorito. Quizás porque lo he visto nacer y crecer, eso hace que le cojas un cariño especial. Quizás porque surgió así sin más, un día sin haberlo planeado ves que la protagonista está embarazada. Por eso y por que es toda una heroína: Valiente, atrevida y poderosa.
Los demás personajes son grises y en algún momento puedes dudar si son buenos o malos pero ella no. Siempre pienso que todos somos buenos o malos en función de las circunstancias, de como nos trata la vida o dependiendo de a quien le preguntes. Al igual que siempre me han gustado las relaciones amor-odio donde tu archienemiga una vez fue tu pareja, a la que juraste amor eterno. ¿Y por qué no al revés? ¿Por qué no encontrarte que un día tu mayor enemigo te confiesa que se ha enamorado de ti?
Porque Sulaba, no es la típica novela de brujas, bandidos y dragones, en el fondo es la historia donde unos padres se separan, se pelean y su hija se encuentra en medio de la trifulca.
“Preferiría enfrentarme a un dragón que tener que ir a hablar con mi suegra” ¿Quién no ha pensado eso alguna vez?
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