Este pino que vemos en la foto tiene mucha historia, sin duda ya estaba ahí antes de que naciera cualquiera de nosotros, y nuestros padres, nuestros abuelos, tatarabuelos, etc. Ha visto como cambiaba el mundo, como sus hermanos iban desapareciendo para construir casas hasta quedarse él solitario en medio del hormigón y el asfalto.

Aunque yo quiero hablaros de su pasado más reciente, porque para un árbol centenario como él, diez años es un suspiro. Vivía yo en Els Pallaresos y arreglaron la carretera que veis. El pino iba fuera, al ingeniero que diseñó la carretera nueva le estorbaba y tenía que ir fuera. De esa manera, el ingeniero de turno decidía sin ningún lamento que un ser vivo con muchos más años que él debía morir.

Por suerte para este pino mis vecinos no opinaron igual, decidieron que no querían perder un pino tan especial y longevo. Se manifestaron, e incluso, se turnaron para montar guardia todo el día mientras duraba la jornada laboral de los trabajadores que arreglaban la carretera. Así estuvieron varios días hasta que decidieron modificar la carretera y salvar el pino.

Como podéis ver en la foto, el cambio fue mínimo, apenas hubo que desviar un carril unos metros y colocar la valla en la isleta que quedó en medio. Aunque seguro que en los gastos generales metieron varios miles de euros en la modificación. Porque es lo que pasa con las modificaciones de los presupuestos pero lo cierto es que no les costaba nada haber diseñado la carretera respetando ese pino centenario.

Cada vez que paso por debajo de ese árbol me pregunto ¿Por qué a los señores que diseñan las carreteras les preocupa tan poco algo tan valioso como es la naturaleza? Pues en este ejemplo vemos claramente, que no les importa, ese es el problema.

Si este pino se salvó fue gracias a la gente que se movilizó, como tantas otras veces, para defender lo que quiere, lo que merece ser salvado. Gente con conciencia dispuesta a levantarse a las siete de la mañana para ponerse delante de un árbol y salvarlo de los malvados que desean destruirlo. Lo más gracioso es que esos malvados, trabajan para nosotros.

Me pregunto si algún día nuestros cargos públicos se preocuparán por el medio ambiente como lo hacen aquellos a los que representan.